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Biografia de Samael Aun Weor

Samael Aun Weor (1977) - As Respostas de um Lama - Biografia
BIOGRAFÍA DE SAMAEL AUN WEOR

En un lugar desconocido hasta ahora, tuvo lugar un acontecimiento que ha repercutido ampliamente en el desarrollo del esoterismo contemporáneo. Nos referimos concretamente al nacimiento del líder mundial del movimiento gnóstico internacional: V. M. Samael Aun Weor.

Enigmático ser, de extraordinaria cultura esotérica, rodeado de cinco millones de militantes del gnosticismo intercontinental.

Como todos los hombres que han descollado en el devenir de los tiempos, Samael Aun Weor ha causado un revuelo gigantesco en los medios científicos, literarios, artísticos, religiosos y esotéricos; no solo por la cantidad abrumadora de obras que ha escrito y que a su vez hoy están siendo traducidas a cuatro idiomas; sino también por los acontecimientos que han llenado su vida por cierto dura y trabajosa.

Hombre de estatura regular, de anchos hombros, de mirada muy penetrante, rasgos egipcios y piel clara, Samael Aun Weor es, a diferencia de tantos filósofos, místicos, parapsicólogos o esoteristas, un hombre exclusivamente práctico en un ciento por ciento.

Siempre se ha definido a sí mismo como un instrumento que utiliza su “real ser interior”, para entregar a la humanidad de esta época un mensaje tremendamente revolucionario, que acaba con todos los dogmas y tiranías del intelecto y se reduce a una practica intensa de ciertos principios de carácter oriental y de tipo trascendental.

Pues bien, este personaje, ya conocido en tres continentes, nació según lo han hecho saber quienes presenciaron su llegada a este mundo, en medio de terremotos y guerras.

Algunos allegados dicen que nació un 6 de marzo de 1917, cuando todavía rugía la primera guerra mundial con toda la crueldad que la caracterizó. De igual modo, cuentan quienes lo vieron nacer, que su padre fue un hombre de gran estatura, de descendencia africana y por ello de color subido, de manos muy anchas y contextura robusta.

Su madre la describen como una mujer vestida a la usanza del siglo pasado, es decir, de vestido largo llegando a tocar sus tobillos, blusa de manga larga con encajes en las muñecas, gustosa de llevar sombrero sobre su cabeza, muy señorial y además de ascendencia árabe.

Corrieron los días y este niño (que era para entonces muy despierto) solía jugar muy poco con sus compañeros de vecindario, pues prefería mas la meditación en posición de loto, sentado sobre el tejado de su modesta casa. En la escuela se comportaba de una manera muy extraña pues siempre pensó que los estudios intelectuales que se imparten en los liceos, universidades, o escuelas en general, no guardan ninguna concordancia con las diversas partes superiores existenciales del ser interior profundo de cualquier criatura humana.

Por todas estas razones no era extraño observarlo bostezando en pleno desarrollo de la clase, motivo por el cual sus maestros de aula lo regañaban incesantemente y lo prendían de sus orejas como sanción a su actuación. Sus notas, como dato curioso, oscilaban entre puros ceros de asignatura en asignatura y todo este orden de cosas se fue poniendo cada vez más y más difícil hasta que sucedió lo que lógicamente tenia que suceder: lo expulsaron de su colegio.

Con estos hechos tan contrarrestantes, el maestro Samael Aun Weor empezó a estudiar lo superficial que resultaba la vida común y corriente que se desenvuelve bajo los rayos del sol, sobre este afligido mundo.

Llegando a su adolescencia vivenció por tres veces eso que en oriente se denomina el vacío iluminador; lo cual dejo en su psiquis y en su alma una experiencia inolvidable por la cual muchos envidiarían atravesar. Según el buddhismo estrictamente disciplinario, el vacío iluminador es la experimentación de la vida libre en su movimiento. Es la esencia misma de la vida, es precisamente la captación de lo real o de eso denominado como verdad. Tal vivencia, según palabras del mismo maestro Samael, deja en el interior del hombre un elemento especial que transforma radicalmente y nos convierte en verdaderos aspirantes del camino secreto. Y consecuencialmente se siente la necesidad imperiosa de realizar el cambio radical.

Es bueno añadir que desde su infancia, el maestro Samael presentía la misión que le aguardaba como legitimo bodhisattva de compasión y por ello, para él no resultó extraño en modo alguno, la observación de fenómenos metafísicos en todo momento.

Como ya dijimos antes, siempre fue un incesante buscador de las causas de la vida y de la muerte. Lo animó siempre a trabajar su anhelo de conocer por vía de la experimentación directa, los diversos procesos ocultos que originan los acontecimientos diversos que conforman la existencia de todo humanoide.

Llegando a esa etapa de la vida, en que los jóvenes se sienten invadidos por las influencias, el entonces bodhisattva de quien es hoy el V. M. Samael Aun Weor, también recibió en su corazón los encantos de eso que se llama romanticismo, y como verdadero conocedor de la más excelente retórica y diestro en el manejo de las conductas humanas, se vio a menudo en escenas de declaraciones amorosas, brindis de bohemios, doncellas hermosas, conflictos de celos, etcétera, etcétera. Así transcurría la vida de quien más tarde llegaría a ser el revelador mundial de las claves de la liberación humana.

Varias fueron las mujeres a quienes aquel joven de entonces sorprendió, narrándoles de antemano los acontecimientos que luego, varios años después, se cumplirían al pie de la letra, en torno de sus vidas.

Al llegar a estas alturas de esta biografía, conviene añadir que cierto día andando de visita por sudamérica, caminando por esas calles empedradas de las ciudades que por allí abundan, lo interceptó una dama iniciada en los misterios egipcios y luego de las consabidas presentaciones le inquirió al maestro de esta manera: “¿cuándo naciste?”. El maestro respondió: “dicen por ahí que nací el 6 de marzo de 1917”.

A lo cual añadió aquella mujer: “Te equivocas, pues en 1919 tu me visitabas en Los Ángeles, California, para cobrarme una deuda que yo tenia pendiente contigo”…

Antes de retirarse aquella dama, alcanzó a decir además: “y esto que te he dicho es solo una parte del misterio que te envuelve, luego llegaras a saber algunos otros detalles igualmente sorprendentes”.

Es importante saber que el maestro Samael (aun teniendo su bodhisattva caído) poseyó siempre el don de la “ubicuidad” y gracias a ello pudo durante la segunda guerra mundial entrevistarse personalmente con el alto mando alemán y conocer por lo tanto (personalmente) a Adolfo Hitler (el furher) y además se entrevisto con el duque de Windsor y con el general De Gaulle. Cosas como estas, dejan sorprendidos a los estudiantes comunes del esoterismo, por estar acostumbrados, estos últimos, a simples divagaciones en materia del ocultismo.

Retrocediendo en el tiempo hemos llegado a investigar que el entonces bodhisattva (de capa caída) sufrió una pubertad bastante difícil debido precisamente a una madrastra que cumplió una amarga misión, cual fue la de hacerle la vida imposible, llegando a extremos de azotarlo continuamente en la espalda dejando en su piel cicatrices que hoy todavía permanecen.

Esta situación se fue tornando cada vez más aguda y motivó a aquel joven a salirse de su casa, jurando no regresar jamás. Antes de que esto ocurriera se había desempeñado (a los nueve años) como monaguillo de una iglesia (suramericana), este oficio lo obligó a temprana edad a aprender latín y recitar versos cristianos en la iglesia susodicha.

La personalidad de aquel innato ocultista, siempre se ha visto contrastada con aspectos muy curiosos. Por ejemplo, muchas personas dan testimonio de haber visto al maestro Samael Aun Weor, cabalgando como un experto jinete y con su caballo hacia largos recorridos.

Y en uno de tantos, se encontró con una mina de oro en el corazón de una montaña suramericana. Aquel hecho no dejó de despertar asombro en el interior del bodhisattva, empero como místico trascendental, siempre ajeno a las cosas vanales de este mundo, opto por indicar con unas piedras de oro, mediante la estructuración de una cruz, el sitio de dicha mina. Continuo en aquella oportunidad cabalgando y en el trayecto de su recorrido, se cruzó con unos campesinos quienes le interrogaron acerca de la procedencia de algunas piedritas de oro que el maestro Samael les enseño. Ante la pregunta el maestro refirió de la siguiente manera: “estas piedritas proceden de una mina que encontré mas atrás”. Tales frases dejaron consternados a aquellos arrieros lo cual los llevo a pedirle la dirección de la tal mina. El maestro nuevamente enfatizó: “la dirección no se las daré, porque eso traería pleitos, muertes y verdugos, aparte de terratenientes de ambiciones desenfrenadas que llevarían a unos hombres a convertirse en terratenientes de otros”.

Todas estas cosas, iban dejando en las mentes de quienes lo conocían, una imagen bastante difícil de comprender, por el hecho de que todo humanoide siempre se desboca ante el dinero.

Por boca del propio maestro Samael, sabemos que en aquella época de su vida, se vio obligado a meter en la 4ª dimensión a la mina en su totalidad, para evitar que cundiera la corrupción entre las gentes de aquellas comunidades.

Desde sus comienzos, su ansiedad por conocer lo llevo a estudiar toda clase de libros sobre temas esotéricos, se adentró además en las escuelas de Espiritismo, Rosacrucismo, Masonería, Teosofía, etc. etc., De todo aquello solo sacó provecho a lo que él pudo evidenciar y lo demás lo desechó por considerarlo simples sofisterías, banales teorías.

Conviene dar a conocer el hecho de que a los dieciséis años de edad, dictó su primera conferencia, dejando atónitos a quienes le escuchaban.

Acostumbraba además pasearse por los cementerios y reposar en los mismos deleitándose en la lectura de libros que narraban asuntos de ultratumba.